Me licencié en Sociología. Oposité a la administración durante años y aprobé. Sin plaza. No era feliz.Continué formándome y reflexionando sobre qué quería y sobre cómo iba a conseguirlo. Gracias al fracaso salí fortalecida y encontré mi verdadera vocación. Mis niños grandes de F.P.E. me ayudaron a descubrirla, con su comprensión y dulzura cordobesa.

Estudié un Máster eLearning. Y comencé a tutorizar y diseñar acciones formativas virtuales. “Las horas se me pasan volando”, igual el combo aprendizaje-internet es el ganador pensé. Al poco las formaciones cobraron vida gracias a la gamificación educativa y al aprendizaje basado en juego. Mis niños no tan pequeños de primaria (Plan PROA) me transformaron por completo. Fue su forma de ver la vida la que me hizo activar mis “ojos de primera vez”, esos que están libres de prejuicios y abiertos a opciones. Me recordaron que el sistema aniquila su creatividad y que no se lo merecen. Presentaron a sus talentos, deseosos por mostrarse al mundo. E hicieron sencillo lo complicado. Me dieron lecciones de vida, y sus abrazos, la vida.

Continué mi rumbo profesional, enfocado a la formación adulta. Me prometí que haría lo posible por avivar esa chispa de ilusión que se encuentra en los más pequeños. Sigue viva en cada persona, aunque en algunas necesite más candela. La consultoría, las coordinaciones y la gestión de equipos creativos supusieron un paso más. Siempre me había dicho mi madre que era muy dispuesta, y va a ser que es cierto. Disfruto organizando, creando, diseñando, errando y por supuesto ¡aprendiendo! He seguido formándome en Experiencia de Usuario, Gamificación, Comunicación, Neuroeducacion, Creatividad y Narrativa.

Comprendí que todo lo que no sea avanzar y superarse son excusas. Otros de los retos superados es el Máster Universitario en Profesorado de Enseñanza Secundaria Obligatoria y Bachillerato, Formación Profesional y Enseñanza de Idiomas, especialidad Lengua y Literatura. La aulas de secundaria sí que suponen un reto, ¿verdad? Quién sabe…

P.D. Con el tiempo te das cuenta de que la experiencia te da la confianza necesaria para superarse. Esto es posible gracias al descubrimiento del Ikigai, siempre en continua evolución. Creyeron en mí, y pude creer en mí y en ti.